martes, 3 de agosto de 2010

Amistades peligrosas.

Todavía recuerdo cuando J comenzó a trabajar como recién graduada en el mismo lugar donde dos años atrás yo también había iniciado mi vida laboral. Era la época de las vacas gordas en Cuba, el petróleo "soviético" llegaba por toneladas, así como la carne enlatada, la leche condensada, y un largo etcetera. Nos identificamos y compartimos en nuestras horas de trabajo desde helados en Coppelia hasta algún que otro almuerzo en "La Carreta" mientras discutíamos como arreglaríamos el mundo si estuviera en  nuestras manos.

Desde ese instante y durante mas de 25 años hemos sido grandes amigas. Compartimos juntas la ausencia de su esposo, el cual es militar y lo habían envíado a la guerra en Angola, el nacimiento de su primer hijo, el regreso de este cuando ya el pequeño tenía un año de nacido, la pérdida de su madre y de mi padre.

Nuestras ya creadas familias también compartieron alegrías y tristezas, cumpleaños y funerales, vacaciones y enfermedades. Tuvimos nuestros desacuerdos como es natural, pero siempre predominó por encima de todo, incluso de la política, nuestra amistad.

A pesar de la distancia hemos tratado de mantener viva esa amistad. En cada viaje que doy a Cuba nos ponemos en contacto y compartimos los últimos acontecimientos. A mi me ha gustado siempre su manera de narrar historias por aburridas que parezcan, ya que las transforma algo digno de figurar en la primera plana de cualquier periódico, cosa que  logró en un período de su vida. Por eso siempre la escucho fascinada.

Su reciente divorcio no limitó que su ex-esposo siguiera formando parte de ese mundo especial que logramos crear entre nuestras familias y por tal motivo preparamos una cena para reunirmos todos en su casa, como en los viejos tiempos. Cual no sería nuestra sorpresa cuando en el último minuto recibimos su llamada cancelando su participación. Después de mucho insisitir supimos la razón,  siendo él militar, el hecho de que viviéramos en Canadá le prohibía compartir con nosotros esa noche.

A pesar de no haber cambiado nuestras posiciones de siempre, tristemente nos percatamos que nos habíamos transformado en "amistades pelígrosas" para él. Lo que mas nos golpeó fue conocer sus palabras exactas para justificar ante sus hijos su ausencia: "Tengo que cuidar lo mio, pero si me trajeron algún regalo me lo guardan".

3 comentarios:

  1. wow!! esta fuerte esta historia dolores y llena de muchas tristezas. solo te puedo decir que esa gran amiga aquien por lo que leo la consideraste casi como una hermana jamas fue tu amiga. es fuerte ver como la gente se van comvirtiendo en materialistas y dejan atras los valores y las cosas importante como lo es esa amistad tan linda como la que ustedes tuvieron. es una gran pena pero sabes que?? no hay mal que por bien no venga esa gente jamas serian amigas de nadie y sabes por que?? por que no conocen lo que es la lealtad, amor y mucho menos el carinno hacia su projimo! me gusto mucho leer tu historia dolores.saludos para ti!

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  2. miriam no entendistes quien no fue el ex-esposo d la amiga y no ella jejeje,los militares no se pueden relacionar con emigrados ???,discutible pero es la ley d ellos y si no lo cumple le parten los jujuju

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  3. oops!! tienes mucha razon anonimo. ahora que estoy leyendo otra ves el tema es que me doy cuenta que es el :)) mis disculpas! me parece tan tonto que los militares no puedan relacionarse con los emigrado y entonces donde queda la amistad o la familia? wow!! oye anonimo y si no cumplen que es lo que le parten? solo es curiocidad :))

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