Una de mis amigas de los años aun vive en La Habana. Su padre es pequeño agricultor. Nunca olvidaré el delicioso desayuno, una jarra carmelita -cerámica de Isla de Pinos- llena de café con leche pura acabada de ordeñar. A la hora del desayuno siempre estaba la mesa puesta para el disfrute de habitantes y visitantes. Confieso que esta era una de las razones que me motivaban a visitarla bien temprano casi todos los fines de semana.
Su padre, un trabajador incansable, se levantaba al amanecer para el ordeño. Siempre estaba preocupado por sus vaquitas, que aunque de su propiedad, no las podía vender, ni sacrificar, y si por casualidad tenían un ternero había que informarlo inmediatamente a las autoridades, los cuales lo censaban y dependiendo del sexo, se lo llevaban o no.
Durante los años que conozco a esa familia, que no son pocos, producto del aumento en el sacrificio ilegal de ganado por su zona, las vaquitas fueron cambiando su habitat. Pasaron del terrenito del fondo al patio de la casa, del patio al jardín y del jardín pasaron a ocupar el espacio que le correspondía al viejo Chevrolet del año 1957 en el garage. El sacrificio de cualquiera de las vaquitas tenía implicaciones muy serias para ellos. Perder la vaquita era una de ellas, pero no la mas importante. La muerte violenta de una res conllevaba todo un proceso que se realizaba con mucho celo y atraia mas la atención de la policía y de los investigadores que la muerte violenta de un ser humano.
Cuando una vaca es sacrificada ilegalmente en Cuba, se abre un proceso judicial. El principal sospechoso siempre es el dueño. Este no está autorizado a sacrificar ningún ganado vacuno de su propiedad y por ende, asumen que recurre a esta treta para poder matar a la vaca y utilizar su carne. El ciudadano que sacrifique una res, aunque sea propietario de la misma, puede recibir penas entre siete y veinte años de privación de libertad.
Esta es una de las incomprensibles leyes del "socialismo" a la cubana. Siempre la llamé ley de las "vacas sagradas". En un país donde desde el 1ro. de enero de 1959 hay una falta crónica de alimentos, dónde anterior a esa fecha comerse un simple pan con bisteck y tomarse un vaso de leche fresca era algo común para cualquier ciudadano, se limita de manera absurda la crianza de ganado vacuno. Pero es así, y a pesar de las medidas "raulistas" para estimular la producción de alimentos, continúa siendo así.
En mi último viaje a Cuba, por supuesto un domingo en la mañana, visité a mi amiga. Con gran tristeza pude constatar que ya su anciano padre había desistido de criar vaquitas. Había muerto otra de las tradiciones de una familia cubana.